Fiesta medieval en Revelo (Italia) |
Lo de vivir las alegrías
no tiene misterio: viene de fábrica
Se viven y
ya está
Y, como decimos por aquí, que nos quiten lo baila’o.
Lo
malo es cuando Dios, -cualquier Dios, el auténtico o el otro, que para el caso
es lo mismo- lo malo, decía, es cuando Dios la toma con alguna criatura, y la
aguijonea hasta que parece que se le va a acabar el mundo. Y va la criatura con
el dedo índice pinchando en el aire tirando andanadas a diestro y siniestro por
aquello de lo que se nos decía, de que Dios está en todas partes; y la
criaturica acosada sigue aguijoneando al aire por si consigue pincharle a Dios
la gracieta del globo de las
desgracias, aunque al Altísimo no lo vea y solo lo sospeche.
Gaviola en la Piazza de San Pedro (Roma 2017) |
Claro
que se llega a unas edades en las que ir por la vida pinchando globos, aunque
sean divinos, produce mucha cansera; así que, para ahorrarse agujetas en el alma
-que son las peores- lo mejor es
buscarse un remedio menos cansoso.
Hace
mucho tiempo que yo sé muy bien cómo hacerle frente a las penas que el Dios -el
verdadero o alguno de sus semejantes- me manda, y no es de otra manera que escribiendo. Eso sí: tomándole
la palabra dicha por Él para demostrarle que tampoco hay que ponerse en plan Joyce, a escribir Ulises que, como la Biblia, todo el mundo dice que ha leído
mientras una, (con la palabra divina en la boca) va y suelta un “perdónalo que
no sabe ni lo que se dice ni lo que se hace”. (NOTA: lo de "lo que se dice" es un añadido de mi cosecha. ¡Vaya! Una licencia literaria -algo evangélica).
Laocoonte y sus hijos atacados por serpientes |
Viene
esto a cuento de que no hace demasiado tiempo, de la misma manera que los dioses del Olimpo acosaron al pobretico de Lacoonte y a sus hijos con un rebaño de serpientes, fue Dios y se puso a ensañarse
con los de mi familia con tal inquina que, en menos de dos años nos quedamos
las tres hermanicas que somos viudas, sin hijas y con la salud de esa manera
retorcida con que se pone la salud cuando el Dios se echa a las alevosías.
De
entonces son estos “Evangelarios” escritos como a puñaladas traperas, en dos o
tres renglones -porque el resuello no daba para más en semejantes circunstancias.
Imagen del blog supervivencia emocional |
Si lo de
escribir es un remedio o no, tendrá que decirlo otro.
A mí me viene haciendo
muy buen servicio.
Lo
que yo digo es que, de la misma forma que los Santos Padres de la Iglesia Católica le endilgaron al
matrimonio el dudoso galardón de declararlo oficialmente «remedium concupiscentiae» (¡toma
ya rijosismo[1] y falta de imaginación!), yo estoy en mi derecho de escribir lo que se me viene a la boca.
Y
lo que por entonces salió de mi boca (y de mi pluma) fueron estos “EVANGELARIOS[2]”
que dejo recopilados para que no pase como con los papeles de Qunram.
EVANGELARIOS
El Vaticano 2017 |
Milagro
¡Levántate
y anda! –Me urgió el cirujano mientras firmaba la autorización para la
incineración de mis piernas.
Roma 2017 |
Sospecha
¿Cómo
no ver la paja en el ojo ajeno si no hacía otra cosa que mirarme mientras me
estaba muriendo?
El Vaticano 2017 |
Promesa
¿Y
quién me asegura que cuando esta tarde llegue la hora de estar Contigo en el
Paraíso seguiré vivo?
Fiesta medieval en REVELO 2017 |
Conclusión
¿Ves,
Dios, ¿cómo no es tan fácil entender tu estilo literario?
Y mucho menos, meterme a leer tus últimas crónicas sin que la rabia me
posea.
Así
que, si no tienes inconveniente, de ahora en adelante, Tú a lo Tuyo, que son
los desastres y los diluvios, y yo a secarme los ojos con las mortajas.
©Socorro Mármol Brís